La invención de la imprenta, a mediados del siglo XV, va a marcar un antes y un después en la transmisión del texto bíblico. Hasta entonces, la Biblia se conservó gracias a la labor de los copistas que la transmitieron palabra por palabra, bien en formato de rollo o códice, lo que implicaba muchos errores.
Los métodos filológicos del Humanismo y la aparición de la imprenta, marcaron las nuevas ediciones de los textos bíblicos. En este contexto, Cisneros emprendió la publicación de la Biblia Políglota de Alcalá (1514-1517) que será su gran empresa. Es la primera vez que se imprime en una misma obra el Antiguo y Nuevo Testamento, en varias columnas y en diferentes lenguas.
Esta proeza tipográfica y editorial fue posible gracias a la destreza del impresor Arnao Guillén de Brocar, a quien Cisneros llamó para que se instalara en Alcalá.
Con anterioridad a esta edición, ya se habían realizado desde mediados del siglo XV ediciones de la Biblia latina y hebrea, así como su traducción en lenguas romances. Es el caso de la Biblia latina de Gutenberg, la Biblia hebrea de Híjar y la traducción romanceada de Arragel.
En el siglo XVI, los judíos sefardíes realizaron fuera de España otras ediciones, como la Biblia de Ferrara. Por otra parte la Reforma Protestante y su reacción católica que culmina en el Concilio de Trento, promovieron revisiones de las ediciones bíblicas. Es el caso de la Biblia del Oso y la nueva edición de la Políglota de Amberes, supervisada por Arias Montano a instancias de Felipe II.