Juan de Borgoña. Retrato de Cisneros. Siglo XVI. Óleo. Sala Capitular de la Catedral Primada de Toledo.
Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517) representa uno de los personajes más notables de la España de los Reyes Católicos. Dos facetas destacan en su personalidad: el reformador que vivió profundamente la espiritualidad de San Francisco y el estadista, quizás el más perspicaz y progresista que tuvo Europa en aquel tiempo.
Su nombre está ligado a la realización de importantes empresas de alcance nacional llevadas a término con enorme eficacia. Como religioso y en tanto que confesor de la Reina Isabel, fue el instrumento de reforma de la Iglesia emprendida por los Reyes Católicos un cuarto de siglo antes que Lutero. Como estadista, alcanzó a salvar las dos primeras y más graves crisis políticas del Estado moderno a raíz de la muerte de sus creadores Isabel y Fernando. Como mecenas de la cultura, fue el fundador de la Universidad de Alcalá y editor de la Biblia Políglota.
Su trayectoria biográfica es un reflejo del cambio histórico que le tocó vivir y la clave ideológica de su actuación se centra, en primer lugar, en el servicio a Dios, seguido del servicio a la Monarquía con el objeto de conseguir el bien y la paz de los reinos. Fue Canciller del Reino de Castilla, Cardenal, Inquisidor General y Regente de esta Corona en dos ocasiones.
Emprendió la renovación de la vida conventual y del clero secular e interactuó con los Reyes como religioso y como su servidor en lo temporal. Encarnó así a la perfección la síntesis de los proyectos reformadores de la Iglesia y del Estado.
El Sitio y la Toma de Orán por el Cardenal Cisneros en 1509. Pintura mural. Capilla mozárabe de la Catedral Primada de Toledo.